Cuando te acercas a Verona, ya desde lo lejos, empiezas a ver su muralla con esas puertas de impresión. Uno se da cuenta de que se aproxima a una ciudad que tuvo mucha importancia en muchas épocas distintas.
Así es! Cuando uno entra caminando por una de sus puertas, viendo a lo lejos la silueta entre los árboles de un pequeño parque que preside su plaza principal, vemos su fantástico anfiteatro romano (mediados del siglo I), muy bien conservado y visitable. También al otro lado del río que rodea Verona (Adige), cruzando uno de sus fantásticos puentes, encontramos otra magnífica construcción romana: su teatro ( época de Augusto) ahora restaurado en parte y utilizado hoy en día para alguna representación teatral. Muy cerca, otra muestra de la misma época el "Ponte di Pietra" todavía en uso.
Dentro de la ciudad, caminando por su calles, te das cuenta de la majestuosidad de sus edificios, de sus iglesias (que como pasa en muchas zonas de Italia, una patada a una piedra y sale una), de sus plazas. Para mi a descartar, su plaza del Erbe, antiguo foro romano, presidida por su columna de San Marcos, con el león alado en lo alto, símbolo de Venecia; la fuente de la Madonna Verona y una fantástica muestra de pinturas en sus edificios entre otras cosas.
Para contemplar realmente la grandeza de Verona, muy cerca de la plaza del Erbe, se encuentra la torre Lamberti. Se puede subir a su campanario y contemplar de una manera magnífica y espectacular Verona y sus alrededores ¡de verdad que impresiona y se disfruta!.
Algo muy visitado, casi más que su anfiteatro, es la casa de Julieta, donde Romeo y ella se encontraban a escondidas "dada la rivalidad que existía entre sus familias" y la que les llevo al suicidio, al no poder mantener su amor.
Verona huele a historia, una historia que te impregna simplemente viviéndola una vez en la vida.