martes, 2 de septiembre de 2014

Una delgada linea sobre un mapa

Cuando uno se asoma a la cima de una montaña como esta ( Monte Grappa, 1800 m +-) espera encontrar ese aire sutil de calma, silencio, satisfacción después del esfuerzo realizado. De una sonrisa al observar las vistas si tenemos suerte y un manto de nubes no cubre las escarpadas laderas. Pero cuando uno llega a su parte más alta cargada de historia que huele a pólvora, el aire se vuelve  mucho más denso de lo habitual.Cargado de historias de guerras, muerte, sacrificio.......
El Verde ya no es tan verde como debería de serlo, el frío parece que penetra más entre los huesos, el silencio es casi obligatorio. ¿Será mi subconsciente? ¿mi manera de interpretar lo que allí ocurrió?, puede ser... pero uno no puede dejar de pensar en la vida de cualquiera de las personas arrastradas hacia una muerte casi segura, bien a punta de pistola bien por la charlatanería de un buen orador que aprovechando, en la mayoría de casos, la ignorancia ponían en funcionamiento la maquina del patriotismo con frases como: no deben pasar porque lo perderemos todo..... y ¿que era todo en esa época?. Esa entre otras muchas  era una de las frases utilizadas para ensalzar el patriotismo en las masas, ¿funcionaba? vamos que funcionaba!! Lo que parecían olvidar en el vibrar de las emociones patrióticas es que casi seguro que lo perderían todo, se dirigían a una muerte casi segura  por la ambición de unos pocos que descansando en la comodidad de sus vidas, tomando una cerveza, un café, el té de las 5, un vodka o cual sea la bebida del país de turno desde que se dirija esta guerra, este desastre.


Vuelvo a pensar en esa gente acurrucada en cualquier rincón de una de esas trincheras con los huesos calados  esperando un simple golpe de sol (que no de calor, por que a estas alturas el calor se paga caro) que le hiciera recordar que para ellos había un nuevo día.Otro día menos para volver a casa, ser herido, morir en un asalto o vete tu a saber lo que pasaría por la mente de cualquiera de ellos. Da igual el color de la bandera, por qué sutil marca de frontera  lucharan, que intereses habían provocado ese desastre. por mucho que  lo intentáramos, lo estudiáramos, no llegaríamos nunca a comprender, ni siquiera a hacernos una idea, de lo que sintieron cualquiera de los que combatieron en cualquiera de estas batallas que  rodean  la cima de esta montaña majestuosa. Simplemente observando una de estas trincheras, colmatada ya en su mayoría por el paso del tiempo, se le ponen a uno los pelos de punta y mantiene (como ya e dicho antes) un silencio respetuoso casi obligatorio.



Mi más sincero respeto a quienes combatieron en estas duras laderas y perdieron su vida o volvieron a casa si aún la tenían, aunque dudo mucho que después de tanto sufrimiento uno pueda llamar casa a algo. Ganadores o perdedores, esclavos de la ambición de unos pocos que por ampliar una pequeña linea en un mapa fueron y son capaces todavía hoy en día  de la mayores atrocidades.


1 comentario:

  1. Cuánta razón, y que bueno verte escribir otra vez. Me encanta leerte. Espero me lleves allí, y tus palabras escritas aquí suenen en mis oídos allí. Seré feliz. Un abrazo

    ResponderEliminar